"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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06-07-2008

 

Fredy González

 

Cuba 49

 

Bolívar lanzó una estrella que junto a Martí brilló, Fidel la dignificó para andar por estas tierras.

Pablo Milanés

 

 

Lanzó, brilló, dignificó (zó, lló, có). ¿Qué, quién, dónde, cuándo y por qué no lanza, brilla, dignifica hoy, 49 años después del triunfo popular-político partidario? Renunció Fidel en titular mundial cuerpo de letra no catástrofe. Miami festeja y mira de reojo las valijas excubanas. El dictador democrático Bush se retira de su cargo universal y plenipotenciario con otra estrella en el sombrero cowvoy, a modo de un travestido Che vaquero de boina imperialista. En su puzzle país se afana cubo mágico por trasladar esa estrella de su sombrero a sus franjas. Así acostumbra él, su padre, su abuelo y la patria abstencionista que lo parió, condecorar sus crímenes, sus invasiones, sus bloqueos, sus hazañas de mala maña y peor praxis, sin corregir y ampliada en varios tomos de seres masacrados en su esperanza y carne más íntimas, allá lejos y acá cerca. Renunció Fidel, y qué importa un hombre, canta Cabrera. Importa. Porque los nuevos chicos cubanomacdonalinos piden zapatillas Nike y ni el bloqueo ni los maderos carenciados de Santiago se las dan. Importa, porque los treintaipico quieren prostitución de malecón en dólares que sólo poseen los turistas y los funcionarios diplomáticos extranjeros, claro, y los nacionales, posiblemente. Importa, porque todavía muchos viejos no entienden ni de Girón ni de Cochinos ni de Sierra Maestra, sólo de torres y alfiles que entregarían a cambio de que algún otro cualquiera le diera el jaque final al renunciante. Importa, porque la revolución educó pero no formó. Que importa, importa, y Cuba duele mucho más que cuando escribiste Cuba duele, Eduardo. Y aunque aún no se doliese en sí misma, Cuba duele en la algarabía chupeypase del enemigo común a casi todos. Fidel no murió, pero casi. Su renuncia presagia duelo de réquiem. Y toda revolución fracasa si hay réquiem por un solo hombre. En una revolución si es verdadera se triunfa o se muere, predecía Ernesto. ¿Ese no triunfo es para ahora? ¿Esta premuerte es para dentro de un rato o es para ahora? ¿Qué se siente no decirse imprescindible y saberse imprescindible? Raúl ha de jugarse el resto en esta falta. ¿Quién será el que cubra las vidrieras hacia el nuevo mundo en decadencia ignorada? ¿Quién será el que impida que las balsas retornen con regalos made in usa? ¿Quién será el que niegue el triunfo de Guantánamo, agresor persistente y asesino? La Florida celebra con champán francés y en la otra orilla los marinos se emborrachan con ron y Compay Segundo. La diferencia hace. La identidad hace la diferencia. ¿Hasta cuándo, Castros? ¿Cómo se combate una casi masificada propaganda en contra? ¿Una revolución triunfante puede contra una propaganda masificada a nivel paramundial? ¿La revolución triunfa y campea en Cuba? ¿O lanzó, brilló, dignificó, y se quedó ahí nomás? ¿Cuáles son las patas de la sota? Santiago de ningún santo es religioso y marxista. La tropicalia cubana venera a Celia Cruz. El rock cubano es casi todo disidente. ¿Hasta cuándo pueden sostenerse en el tiempo las contradicciones? El capitalismo muere, es cierto y gracias, pero ¿el socialismo vive y lucha? Si los revolucionados, sus hijos y sus nietos, no quieren ya revolucionarse más, ¿se les revoluciona igual? ¿La renuncia de Fidel es una falta de respuesta en cuerpo presente y ejecutivo? Los cubanos tienen ahora la palabra y los hechos. Quien se los dicte a la oreja vivirá por y de ellos. La revolución pide socorro en la isla, en medio del mar, pero la única mano que encuentran por ahora es la de los que ahogan.

 

 

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